Montevideo, abril de 2022
Una vez más, la necesidad de una autocrítica profunda y seria. La autocrítica no es una pérdida de tiempo. Por el contrario, es imprescindible para avanzar con mayor velocidad. Sin practicarla, más temprano o más tarde, lo que en apariencia son sólidos avances suelen tornarse décadas de retroceso. Así lo enseñan los procesos históricos sociales, los recientes profundos cambios que registra la historia universal. Además, la autocrítica debe ejercerse ante las masas, precisamente ante las masas y las clases que pretendemos representar. Entre otras cosas por su alto valor pedagógico.
Primera contradicción. En la campaña electoral de 2019 el “Cuquito” y el Partido Nacional levantaron como punto central de su programa de gobierno la Ley de Urgente Consideración (LUC). En la misma campaña el FA sostuvo el carácter antidemocrático y anticonstitucional de la misma. Es decir, posición que implicaba la defensa de dos principios: el respeto a la Democracia y a la Constitución. Sin embargo, pasada la elección el FA “decidió” sentarse a negociar la LUC procurando minimizar los aspectos más negativos de la misma. Cuando se tomó esta decisión; ¿se realizó una consideración amplia y profunda sobre los lineamientos estratégicos y tácticos que la misma comprometía?
Por otra parte, los aspectos que se pudieran mejorar; ¿afectarían la orientación fundamental, reaccionaria, implícita en la ley? Porque, en fin de cuentas, de eso se trata. Como decía el “viejo zorro” del “Foro Batllista” en su primera presidencia, nosotros tiramos “las líneas generales”, el resto va andando.
Segunda contradicción. Tomada la decisión de negociar; el FA, ¿estableció vínculos, intercambios, con el entramado de organizaciones del movimiento popular? ¿El FA tuvo en cuenta la alta probabilidad de que el movimiento popular se inclinara por la recolección de firmas para convocar a un referéndum? ¿O no la tuvo en cuenta, se subestimó esta realidad política?
Tercera contradicción. Estas decisiones del FA sin el necesario análisis político-táctico y las necesaria acciones correspondientes previas, puso a la fuerza política ante dos “incomodidades” antagónicas: por una parte, llevar a referéndum una Ley previamente negociada; por otra, la posición de sectores populares de ir contra toda la Ley, en todo caso, un trabajoso proceso de selección de artículos que dejó resquemores entre las diferentes organizaciones.
Cuarta contradicción. Tras no pocas rispideces, finalmente se definió que se iría contra los peores artículos de la Ley. La trabajosa tarea de definir cuáles serían los artículos a derogar y cuáles quedarían afuera. Finalmente, se definen 135 artículos, pero surgen posiciones que sostienen la existencia de artículos trascendente que no son introducidos. Todo esto se procesa de manera poco prolija, en la marcha, se podría afirmar que en este proceso la conducción parece estar ausente.
Por otra parte, la LUC incluye la definición que crea la “comisión de expertos” para elaborar el proyecto de reforma de la Seguridad Social. Naturalmente, que aquí ni hay “expertos” ni elaboración de nada, pues se trata de repetir como loros los “lineamientos generales” del capital financiero transnacional contra los trabajadores del mundo. Los “expertos”, en el “mejor” de los casos realizan la tarea “práctica” de como imponer los mandatos de este capital en la realidad de nuestro país.
Si en esta etapa del proceso histórico-concreto la lucha por la transformación social implica frenar y hacer retroceder las políticas neoliberales está claro que, si no somos unos “angelitos” la cuestión de la Seguridad Social debió ser incluida como cuestión central (vendría a ser la cuestión “Antel” en el 92). Por dos razones:
Una, de carácter programático, de concepción política. La proyectada reforma de la Seg. Social es una reforma estructural de carácter neoliberal, ultra reaccionaria, cuyo objetivo es la expropiación de mayor plusvalía (plusvalía absoluta, en este caso), a los trabajadores y la caída del valor de la fuerza de trabajo (de los salarios, por lo tanto), mediante una sobre oferta de la misma en el mercado laboral por la acción de la ley de la oferta y la demanda y por una creciente desocupación producto de las consecuencias de la propia reforma. Es decir, la expropiación descarada de mayor tiempo de trabajo al proletariado del mundo, la sustancia del capital, o sea, un salto exponencial en el proceso de acumulación y centralización del capital; en un mundo en que, según la ONU, diez personas (verdaderos animales “modernos” por su carácter anti-histórico y antihumano), tienen la misma riqueza que la mitad de la población mundial, ¡3.500.000.000 de seres! Este es el papel histórico del neoliberalismo y este el objetivo de su “Reforma de la Seguridad Social”.
Dos, por cuestiones de táctica. O sea, la política concreta, real. Y esto es, por dos razones: Uno, según aquel hombre calvo, que algo sabía de estas cosas, la reforma de la Seg. Social deviene en nuestra situación política concreta “el eslabón fundamental” de la cadena de los acontecimientos políticos. eslabón del cual, si de él sabemos asirnos de forma consecuente nos abre el camino para avanzar en todo el frente y crear una nueva situación política en el país (tal lo sucedido, por ejemplo, con la iniciativa contra la privatización de las Empresas Públicas).
Dos, porque el encadenamiento e interacción de los acontecimientos políticos no tiene un orden cronológico fijo, rígido, inmutable: primero, “este”; después, “aquel”. Por el contrario, en determinadas circunstancias, “aquel” (la Seguridad Social) resolviéndose a sí mismo puede resolver a “este” (la derogación de la LUC).
¿Era pertinente en esta ocasión este movimiento táctico? SÍ; incluso porque los resultados de todas las encuestas indicaban de manera sostenida un rechazo constante de una amplia mayoría de nuestro pueblo a las reformas proyectadas para la Seguridad Social. Más allá de encuestas, estas son tendencias palpables; porque además, las consecuencias negativas de esta reforma para el pueblo son mucho más comprensible que los ¡135 artículos!, que pretendíamos derogar de la LUC.
¿Acaso esto es oportunismo? Una respuesta positiva sería propia de angelitos; ¿o vamos a permitir que el bloque conservador imponga su “agenda”, como se dice ahora? No; no es oportunismo. La reforma de la Seg. Social estaba en la LUC con la formación de la “Comisión de expertos”. Pero, además, se trata de un proyecto de país único, global y coherente y para dirigir debemos saber advertir cuales son las piedras angulares del mismo (de la misma manera que en el 92 podíamos hacer comprender con “Antel”, hacer ver el sentido y significado profundo de las privatizaciones, que con otras empresas).
Ya no lo podremos saber, pero es muy probable que, imponiendo nosotros “la agenda”, hubiéramos ganado el referéndum con una amplia mayoría. Faltó dirección y elaboración estratégica-táctica.
Y, a pesar de todo eso, lo más importante a cuidar y resaltar: la conciencia y la cultura política de nuestro pueblo que con su votación generó un “empate técnico”. Casi la mitad de los votos que tomaron una posición fueron para el “SI”. Buceando en las tendencias más profundas, ¿qué significa esto? Que la sociedad está dividida en dos bloques, en dos concepciones de país y que, casi la mitad del país se considera y vota, de una u otra manera, de izquierda. Y esta “originalidad” del pueblo oriental no es algo tan común en el mundo.
Es el producto de décadas de acumulación política, de una línea justa que debemos recuperar y cuidar, porque la desilusión y la división de esta fuerza social provocaría décadas de retroceso.
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